viernes, 11 de abril de 2014

12 Inventos que Cambiaron el Mundo: El telégrafo

Igual que Robert Fulton, Samuel F. B. Morse pasó con su poderoso talento creador del arte a la ciencia. El resultado fue un medio de comunicación capaz de abrcar un continente o un océano casi con la velocidad del pensamiento.

Nacido en 1791 en Massachusetts, Morse estudió pintura en Europa, cuando era joven. Antes de cumplir los veinticinco años sus obras se exhibían ya en la Real Academia de Londres. Sus cuados se consideran aún notables ejemplos de la antigua pintura norteamericana.

Al volver de su segunda visita a Europa, cuando ya tenía cuarenta y un años, Morse oyó hablar de los experimentos electromagnéticos del inglés Michael Faraday. Llegó a la conclusión de que si la electricidad podía viajar a cualquier distancia por un alambre, también podría lograrse que transmitiera mensajes. Al desembarcar en Nueva York, dedicó todo su tiempo, talento y dinero a una busca, que duró seis años, para dar con un instrumento que enviara y recibiera mensajes por medio de una clave.

Morse había visto experimentos de electricidad en el Yale College, casi veinte años antes. Pero sus conocimientos eran escasos. Un profesor de la Universidad de Nueva York le mostró cómo se embobinaba correctamente un magneto. Después de muchos experimentos, Morse consiguió hacer que el magneto respondiera a una sencilla clave, tirando de un lápiz contra una cinta móvil de papel.

Samuel Morse
Esto era en realidad un telégrafo, pero su utilidad era reducida. Una pila o batería eléctrica no podría hacer funcionar el magneto hasta una distancia mayor de treinta y cinco kilómetros desde la llave transmisora. Morse consultó a Joseph Henry, cuyos conocimientos teóricos habrían de ayudar más tarde a Alexander Graham Bell a inventar el teléfono. Con ayuda de Henry, construyó una serie de aparatos magnéticos que, colocados en el circuito, cada cual con su batería propia, enviaban señales instantáneamente a lo largo de una parte del circuito, como si formaran una cadena.

Morse demostró su telégrafo en 1836. Consiguió ayuda pecuniaria de Alfred Vail, quien más tarde encontró que los mensajes podían leerse solamente por el sonido, sin necesidad de llevar un registro de lápiz y papel. Morse necesitaba mayor apoyo con dinero para comprobar lo que valía su invento. Seis años de privaciones y desalientos pasaron, y por fin se le concedieron los fondos del gobierno para tender un alambre de Washington a Baltimore, una distancia de 64 kilómetros. El 24 de mayo de 1844, Morse envió a Vail, que estaba en Baltimore el primer mensaje telegráfico: "¿QUE HA FORJADO DIOS?" El público y el Congreso de los Estados Unidos se convencieron inmediatamente de que ese mágico instrumento en realidad podía enviar y recibir información desde grandes distancias.

Pronto los postes telegráficos brotaban por todas direcciones, enlazando ciudades y pueblos, y al cabo de un decenio, el telégrafo de Morse estaba usándose ya en muchos países. Se tendió un cable submarino entre Inglaterra y Francia en 1850, y seis años antes de morir en 1872, Morse presenció la terminación de un cable submarino eficaz a través del Atlántico. Fue ese el principio de la red de cables que ahora abraza los océanos.

Uno de los primeros telégrafos.

En 1959, la Western Union, que es el principal sistema telegráfico de los Estados Unidos, transmitió por sí sola 110 millones de mensajes para el público. El sistema Morse de telegrafía ha sido superado mayormente en los Estados UNidos y en otros países por el telégrafo de imprsión automática, o teletipo, pero en los circuitos de muchas partes del Mundo aún se emplean los principios fundamentales del sistema original de Morse.

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